K4, el artista más punk de la RipGang, sostuvo a Télam que aún no sabe si los personajes que guían su obra musical se “crearon por sí mismos” o si fue él quien “acompañó sus existencias” pero que, de todos modos, terminaron de “captar” un momento de su vida en el que necesitaba “escapar” de su propia realidad.
Luego de subirse al escenario del Movistar Arena para cantar “Latas” con Dillom, su compañero en el colectivo artístico que viene corriendo cada vez más el borde del género urbano hacia lo alternativo, el músico y productor Tomás Calabro encabezó su propio espectáculo titulado “No sé quién soy” en el Teatro Margarita Xirgu para celebrar a cada uno de los personajes que guiaron la narrativa de sus EP “K1”, “K2” y “K3”.
Junto a invitados como Dillom, Ill Quentin, Odd Mami y Sergio Rotman para acompañar una performance de alto impacto que sumergió al público en una alquimia de trap rabioso, hardcore punk y trance electrónico, K4 dio por cerrada una etapa conceptual encapsulando a todas sus creaciones dentro de un segundo disco homónimo.
“No sé si realmente voy a encontrar la respuesta sobre quién soy. Un poco que la duda es parte de la respuesta y que no va a pasar esto de ‘bueno, ahora soy esto, lo descubrí'”, señaló el artista, quien resolvió primero que sus personajes habitaran sus propios universos y contextos antes de convivir en un disco.
En ese sentido, explicó: “Ya habíamos definido para los videos cómo se veían cada uno de los personajes y el universo que habitaban; después el trabajo fue trasladarlos a la vida real, a un escenario y ahí fue que decidimos hacer cuatro shows, los tres primeros para presentarlos con todo lo que requiere y todo lo que los envuelve”.
-¿Cuánto de realidad y cuánto de ficción hay en los personajes que asumen la voz de tus canciones?
-Captan un momento en el que yo me sentía así y me era necesario escapar de donde estaba creando estos personajes. Después, llega un punto donde se termina de desdibujar cuánto yo los creé o cuánto se crearon por sí mismos y si yo, simplemente, acompañé sus existencias. Hice los temas y después todo fue progresando y teniendo sentido a medida que avanzaba el proceso de hacer el disco, pero siento que fueron surgiendo solos. Al principio las canciones no tenían una correlación temática, tampoco en cuanto al género musical. Fue algo de lo que nos fuimos dando cuenta con Fermín (el productor) a la hora de elegir el repertorio. De los 30 temas que tenía, tomamos 14 y a la vez los fuimos agrupando en bloques. Fue un proceso muy integral, entonces no sabría decir cuál fue el momento exacto en el que fueron surgiendo, pero sí que fueron tomando sentido en cada parte del disco y de ahí es que concluimos que había que dividirlo por EPs, que cada uno tenga portadas y conceptos distintos y que, visualmente, cada personaje tuviera su estética. La verdad es que fue muy divertido y a la vez introspectivo llevar a cabo todo ese proceso.
-¿Cuál es la historia de Agustín Espinoza, uno de estos personajes, que es un sobreviviente de la última dictadura?
-El origen de todo el universo del personaje parte del tema “Pabellón Séptimo” del Indio Solari que habla del caso del motín de los colchones de la cárcel de Devoto de 1978. Lo que pasó ahí es que hubo un motín y los presos pusieron los colchones contra las rejas adentro de las celdas para que no los cagaran a palos, pero los policías agarraron e incendiaron todos los colchones y se empezó a prender fuego todo el pabellón. Está la historia de uno de los sobrevivientes, que puede verse en YouTube, que cuenta que para respirar con todo el humo se ponían toallas en la cara y se tiraban al piso boca abajo. Él, haciendo eso, se desmayó y después de un tiempo se despertó y vio a su lado a todos sus compañeros derretidos. Esa es un poco la historia de Agustín Espinoza que vendría a representar cómo esa persona sobrevive a ese hecho y después se refugia en una casa tomada. Lo que realmente vemos en los videos, en la estética del personaje y en la narrativa son como sus últimos días de vida, años después de todos esos sucesos que nunca se muestran realmente, pero que sí funcionaron como herramientas para desarrollar toda su personalidad.
-En la presentación de aquel EP que encarnaba Espinoza recreaste un clima de época, con la violencia institucional y policial que perduró ¿Qué devolución tuviste del público y, en especial, de aquellas generaciones que sí vivenciaron aquellos años?
-Muchos me dijeron que se habían situado muy bien en esa época. También había diarios de época, carteles de “se busca” y policías que te sacaban una foto como si estuvieras preso. También un poco que los policías hostigaban a la gente y sobre el final de show, entraban los policías y toda la gente los puteaba y les revoleaba cosas.
-Siendo un artista joven, tenés lazos musicales y personales con algunos referentes y colegas de aquella época como Sergio Rotman, con quien cantaste “Mejor no hablar de ciertas cosas” ¿Qué tanto escuchaste a esos artistas de aquella escena alternativa porteña?
-De aquella época hay cosas que desde lo sonoro y expresivo estaban muy buenas y que a mí me llegaron, más que nada, a través de mi viejo y que llegué a escuchar mucho. También creo que se puede conectar aquella época con la que estamos viviendo ahora y que es por eso que encuentro gran aceptación y apertura de algún tipo de gente de esa generación que ve y entiende esas similitudes. Por más que sean estilos distintos de música, hay algo similar en lo espiritual, en lo que sucede en los shows y en el carácter de lo que hacemos. Sergio me dijo que sentía que en mis shows le pasaba lo mismo que cuando iba a ver a Todos Tus Muertos. Yo creo que hay una conexión que lo hace muy parte de lo mismo, aunque sean sonidos distintos.
-¿Tu reciente paso por el Margarita Xirgu vino a cerrar un ciclo desde lo conceptual y a darle la bienvenida a una nueva narrativa?
-Es tal cual un cierre y una apertura necesaria que yo estoy buscando y que siento que no pude encontrar cuando terminó de completarse el disco, porque no había ningún video que terminar de completarlo. Todos los EP fueron saliendo con video, pero el disco completo no estaba acompañado por nada y a mí eso me dejaba en un estado de limbo donde no entendía cómo cerrar toda esta línea narrativa y conceptual que había tratado.
-¿Qué sentís que vino a dejar como huella para la música argentina, en cuanto a nuevos sonidos y formas de producción, aquella primera escena de trap que encarnaron, entre otros, los artistas de la RipGang?
-Yo creo que fue un poco lo que nos gustaba cada uno en ese momento y lo que nos motivaba a decir “bueno, yo también puedo hacerlo”. Fue un poco de la mano de la tecnología, de poder hacer música con la computadora, lo que nos dio una gran apertura para hacer lo nuestro. Teníamos también algo para decir y, por suerte, las cosas se fueron dando con mucho esfuerzo y eso llevó a que vayamos abriéndonos un camino. Es cierto que surgían comentarios típicos como “estos no son músicos, cantan con auto-tune arriba de pistas que son todas iguales”, y la verdad es que no. En nuestra música y en los hechos está la respuesta.