Quince pingüinos magallánicos fueron reinsertados al mar en la costa de San Clemente tras ser rehabilitados por padecer distintos tipos de cuadros de desnutrición, deshidratación, hipotermia, alta carga parasitaria, empetrolamiento e ingesta de plástico.
Las aves marinas fueron rescatadas entre abril del año pasado y febrero de este año en distintas localidades de la costa bonaerense, y los rescates contaron con la colaboración de las Fundaciones Rescate Verdemar y Ecológica Pinamar, mientras que en el resto de los casos, los ejemplares fueron advertidos por turistas que se contactaron con el centro de rescate de la Fundación Mundo Marino, ubicada en San Clemente.
“La permanencia de estas aves en nuestro centro de rescate fue más prolongada de lo habitual por las restricciones que atravesamos por la gripe aviar. Además, si bien algunos ejemplares ingresaron el año pasado hay que tener en cuenta que esta especie es de comportamiento gregario, por lo que hasta que no se conforma un grupo con una cantidad mínima de individuos, no se puede hacer la reinserción”, explicó Sergio Rodríguez Heredia, biólogo y responsable del Centro de Rescate de la Fundación Mundo Marino.
Con respecto a los diferentes cuadros de salud, hubo dos casos “llamativos: un pingüino magallánico que fue rescatado en Santa Teresita durante mayo del año pasado con un cuadro de empetrolamiento y otro que, durante su proceso de rehabilitación, defecó plástico”, detallaron a través de un comunicado.
“El petróleo produce un apelmazamiento de las plumas que les altera la disposición natural, por lo que se interrumpe la barrera de aire que aísla la piel del medio externo”, explicó el especialista, y advirtió que “además de afectarles la flotabilidad, pierden la capacidad de regular la temperatura corporal”.
De este modo, el pingüino necesita salir del agua, entonces “salen a la costa, y quedan a merced de depredadores”, apuntó Rodríguez Heredia, y detalló que “primero se lo estabiliza y luego se procede a su lavado para remover el contaminante de su plumaje”.
Juan Pablo Loureiro, médico veterinario y director técnico de la Fundación Mundo Marino, agregó que “en todos los casos, la prioridad es estabilizar al animal. Eso lo logramos con fluidoterapia con sales hidratantes, para revertir los cuadros de deshidratación, y con terapia térmica”.
“Estos animales absorben el agua a través del pescado, por lo que, si no encuentran alimento, sobrevienen los cuadros de deshidratación. Una vez estabilizados, les tomamos muestras de sangre y comenzamos a ofrecerles fórmulas de pescado licuado, hasta finalmente darles pescado entero”, agregó.
Esta especie que, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se encuentra en estado de “preocupación menor”, habita todo el litoral sudamericano y en Argentina se distribuye desde Península Valdés hasta la Isla Martillo, Isla de los Estados y las Islas Malvinas.