Cada día a las 8 de la mañana, y si no hay vientos que superen los 150 kilómetros por hora, un grupo de chicos y chicas, entre niños y adolescentes, ingresan a la única escuela de la Antártida: la N° 38 “Presidente Raúl Ricardo Alfonsín”, con sede en Base Esperanza, donde funciona el aula digital más austral del mundo.
Equipada con notebooks que son resistentes a temperaturas extremas, kits de robótica, impresoras 3D, proyectores, un mueble móvil de almacenamiento y carga, y wifi libre para toda la base, la sala educativa espera a los estudiantes que aprenden tecnologías en el continente de la paz y la ciencia.
El espacio está en funcionamiento desde el inicio del ciclo lectivo 2023, y se logró tras la firma de un acuerdo de cooperación entre el Comando Conjunto Antártico y seis empresas del sector tecnológico: ASUS, Banghó, BenQ, Intel, Microsoft y PC Arts.
Además del equipamiento, los educadores recibieron una formación de dos talleres con el fin de apoyar su desarrollo profesional en la aplicación de los recursos tecnológicos que potencien el desarrollo del pensamiento computacional y las metodologías de educación remota.
“Estamos aquí para apoyar a la ciencia”, destacó a Télam el Teniente Coronel Gustavo Cordero Scandolo, jefe de la Base Antártica Conjunta Esperanza.
Cada base, explicó, tiene su fuerte científico. Por ejemplo, en “Esperanza hay paleontólogos, geólogos, disciplinas que abarcan la fauna terrestre y marítima, especialistas que estudian los movimientos sísmicos, personal del Servicio Meteorológico Nacional. Además de profesionales de la Dirección Nacional del Antártico y el Instituto Antártico Argentino”.
En la escuela, que depende de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, trabaja un matrimonio de docentes y una tutora del Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (Seadea).
Un sistema que tiene más de 10.000 alumnos en todo el mundo y se utiliza para todas las personas que viajan hacia el exterior, como diplomáticos, embajadores, personal que va a misiones de paz o a la ONU y jóvenes deportistas, agregó el Teniente Coronel.
El día a día de la escuela
La escuela de la Antártida tiene dinámicas propias del continente, que mucho tienen que ver con el clima. En invierno, el sol sale a las 10.30 y se pone cerca de las 15.30 horas, siendo ese el rango de luz.
Además, Base Esperanza tiene el registro de velocidad de viento más alto de todo el continente antártico, que es de 347 kilómetros por hora.
“La mínima registrada fue de 38 grados bajo cero y la máxima en el 2020 fue de 20°. Y este año hemos tenido ráfagas de 160 kilómetros por hora, bastantes fuertes”, indicó Cordero Scandolo.
Sobre la composición del aula, relató que en el ciclo inicial “hay un chiquito de cinco años, 11 niños en primario y cuatro en secundario. También hay dos jóvenes, una de 18 y uno de 20, que son universitarios y cursan a distancia con su facultad”.
“Los niños deben sortear ciertas dificultades para ir a la escuela, obviamente los acompañan sus padres y los días que hay ráfagas de 120 km/h autorizamos a que se haga en forma virtual, esa es una enseñanza que nos dejó la pandemia”.
En esta línea destacó que cada chico y chica tiene una computadora, gracias al acuerdo.
El wifi en la base es libre, sin clave, y depende de donde uno se moviliza para conectarse a la red de ese lugar. “Le damos lo mejor de banda que tenemos para la escuela, para que puedan hacer sus tareas; y otra parte para la comandancia, que es de donde sale y entra la documentación militar y civil de la base”.
El desayuno lo hace cada familia en su vivienda o en el alojamiento principal, y a media mañana se le da a los chicos del primario y secundario un chocolate caliente y unas galletitas.
“Almuerzo y cena se preparan en el alojamiento principal, y desde las diferentes casas lo van a retirar en una especie de bolsa térmica”, describió el jefe de la base.
En los recreos, los chicos van al Salón de Usos Múltiples, donde hay juegos de mesa o de pelota. Y afuera se puede ir cuando la luz y el clima acompañan.
El proyecto Aula Digital
El proyecto Aula Digital de Educación Tecnológica tiene varios objetivos.”En principio, acercar a los estudiantes y docentes a las últimas tecnologías para la enseñanza, aportando también la formación necesaria para su manejo y desempeño de manera innovadora, y de esta manera inspirarlos y motivarlos a aprender aún más”, explicó a Télam Adrián Mallo de PC Arts, responsable de Proyectos Educativos en PC Arts.
“Por otro lado, creemos en la importancia de visibilizar y generar conciencia sobre la totalidad de nuestro país y del enorme trabajo que realiza el Comando Conjunto Antártico (Cocoantar) en esta y otras bases antárticas, afirmando nuestra soberanía en el lugar”, agregó.
Asimismo, remarcó que buscan establecer un vínculo permanente, para asegurar la funcionalidad y la continuidad del proyecto en el largo plazo.
Contó que el equipamiento se entregó a Cocoantar en Buenos Aires y ellos se encargaron del traslado en el Rompehielos ARA Almirante Irizar, en diciembre. “Todo llegó en perfectas condiciones gracias a la experiencia que posee la Armada Argentina en este tipo de logística”.
“La Antártida tiene mucho de particular, por supuesto por el clima y la distancia que lo hace estar aislado, por eso la importancia de tener una buena comunicación es fundamental. El paisaje es único, el silencio y el aire que se respira es algo realmente especial. Toda la gente allí tiene una calidez humana y una predisposición admirable”, remarcó.
Para Natalia Jasin, fundadora y directora de Bounty EdTech, organización que participó de la implementación de manera integral del programa a nivel didáctico-pedagógico, la experiencia le resultó “conmovedora en cuanto al compromiso inigualable de la labor docente”.
“No solo es enseñar una materia, es contener, ayudar y sostener en condiciones muchas veces difíciles. Poder tener la capacidad empática de ofrecer espacios educativos para diferentes edades y perspectivas, además se dedican un año entero de sus vidas a esos chicos y chicas”, destacó a Télam.
Entre lo que más le gustó a los estudiantes de esta experiencia, Jasin citó que fue” conocer nuevas herramientas digitales (como la plataforma “chatter on”, para hacer bots) y poder elaborar secuencias didácticas acordes a los contenidos que tienen que abordar.
“Me emocionó mucho cuando recibieron sus notebooks. El tener conectividad, darles acceso a un montón de cosas que les abre un mundo de posibilidades. Ese chico que pudo palpar el kit de robótica, hace que logre cognitivamente en el ‘saber hacer algo’ que desde la teoría es muy difícil. Creo es ahí en donde transformamos realidades”, subrayó.