“Mañana es mejor”, tributo artístico del Teatro Colón a Luis Alberto Spinetta centrado en el álbum “Artaud”, de cuya publicación se cumplirán 50 años en octubre próximo, saldrá a escena el lunes 22 (a las 20 y a las 22.30) bajo dirección musical del pianista Adrián Iaies quien asegura que en siete meses de trabajo sobre aquel emblemático repertorio quiso “salir de la trampa de la redundancia y la literalidad para poder decir algo personal” y confiar en que aquello que dice “también habla del disco y de su creador”.
“Al encarar este homenaje me propuse poder salir de la trampa de la obviedad, de la trampa del ‘copy paste’ para poder decir algo personal y confiar en que eso que estoy diciendo y es personal también hable de Spinetta, hable de ‘Artaud’ y también pueda ayudar a alguien a escuchar desde otro lugar las canciones que escuchó un millón y medio de veces”, sostiene Iaies en diálogo con Télam.
La celebración del medio siglo de uno de los discos emblema de Spinetta y del rock argentino, fue una iniciativa del máximo coliseo nacional, que para ello convocó al autor, pianista, productor y arreglador nacido hace 62 años en Buenos Aires y prominente nombre del jazz.
Para la evocación a “Artaud”, Iaies armó un cuarteto de vientos (Juampi Di Leone en flauta, Lis Rigoni en oboe y corno inglés, Emiliano Alvarez en clarinete en Si bemol y clarinete bajo y Julieta Di Fede en fagot) y otro de cuerdas (Guillermo Rubino en primer violín, Natalia Cabello en segundo violín, Elizabeth Ridolfi en viola y Paula Pomeraniec en violoncello).
“Toda la estética spinetteana que uno luego conoció más desarrollada, surge de ahí, tanto la poética por momentos surrealista, por momentos impresionista, el uso de las palabras, el tipo de armonización de las canciones, el tipo de secuencias de acordes, ese tipo de melodías.”Adrián Iaies
Sobre ese octeto añadió las guitarras de Rodrigo Agudelo, el contrabajo y bajo eléctrico de Santiago Lamisovski, la batería y percusión Carto Brandán y las voces de Deborah Dixon y Sol Liebeskind, todo bajo dirección orquestal de Ezequiel Fautario y con dos invitados especiales: Emilio del Güercio (voz) y Santiago Arias (bandoneón y voz) en un staff que prescinde del piano.
“Nunca se me ocurrió tocar en el piano ningún tema porque creo que ‘Artaud’ es un disco de guitarras y hay algo en la liviandad, no en el sentido de lo livianito como superficial sino de lo etéreo que hay en la sección rítmica cuando hay guitarra y no hay piano y me pareció que había que cuidar eso”, fundamenta el músico acerca de la instrumentación de estas versiones.
De todas maneras y para incluirse como intérprete en la gala, apunta: “Sí me gustó la idea de que el piano aparezca en algunos momentos entre los temas del disco donde voy a tocar algunas otras cosas de Spinetta, fragmentos cortos que prefiero que queden como una sorpresa”.
“Artaud” constituyó el segundo álbum solista de Luis Alberto Spinetta para el que sumó los aportes de su hermano Gustavo, Rodolfo García y Emilio del Guercio y figuró como tercera placa de su etapa en Pescado Rabioso. En su registro se cuentan las canciones “Todas las hojas son del viento”, “Cementerio Club”, “Por”, “Superchería”, “La sed verdadera”, “Cantata de puentes amarillos”, “Bajan”, “A Starosta, el idiota” y “Las habladurías del mundo”, casi todas ellas vitales en la obra del “Flaco”.
-¿Qué significa para vos dirigir este homenaje a “Artaud” y a Spinetta?
-Cuando me llamaron del Colón y me ofrecieron hacer este trabajo, me caí de culo y me encantó la idea, sobre todo porque cuando yo pregunté que estaban esperando de mí, me dijeron “estamos esperando tu versión de los hechos”. Así que es como haber metido a un pibe en una juguetería pero por otro lado es un desafío y una responsabilidad porque “Artaud” está en la memoria colectiva y en las orejas de todo el mundo que lo hemos escuchado mucho porque es un mito sonoro y estético y eso me pesó por supuesto porque por tener que poder decir algo que no esté aún dicho en el disco, ir más allá de los covers, más allá del karaoke, más allá de las versiones literales, porque eso sería desmerecerlo y para solamente decir lo que está en el disco, solamente debería hacerlo Spinetta.
-¿Este principio que aplicás a “Artaud” es un modo de entender la música?
-Creo que hay una generosidad que está en las canciones que es que no tienen un único camino posible, o sea, para mí eso es lo que tiene de muy potente la música popular y que es que básicamente se basa en canciones que son como una especie de antídoto contra el discurso único porque demuestran que nunca nunca hay una única manera de contar algo.
-¿Cuánto de tu formación jazzera te ayudó a asumir esa mirada pero también te complica al tratarse, como en el caso de Spinetta, de un artista de otro palo?
-Lo primero que digo es que implicó algunas dificultades que tienen que ver con algunos vicios que los músicos de jazz solemos tener, uno de ellos es que todo, naturalmente, nos suena jazz o nos lleva para el lado del jazz. Yo siento que ahí tengo una ventaja y es que yo escucho y toco otras músicas y además he aprendido a disfrutarlas como son, o sea, yo disfruto un disco de Bill Evans pero también, no sé, de “Parte de la religión” (disco de Charly García) y no estoy esperando que sea el mismo goce ni estoy poniendo la oreja en el mismo lugar.
Por otro lado, Spinetta siempre fue un músico que tuvo una pata en el jazz, obviamente que conocía el lenguaje y hay algo de anarquía, organizada presente en su música y presente en el jazz y, por último, otra gran ventaja es que en el jazz no existe el cover, nadie toca un tema de Miles Davis, de Charles Mingus o de Duke Ellington tratando de que suene igual al original, en principio porque no se podría, claro, pero además porque uno usa esos temas como una plataforma, como un punto de partida para contar algo personal y esa es una ventaja que tenemos.
-Justamente “Artaud” no muestra la cara más jazzera de Spinetta ¿Qué significa ese disco en su obra?
-Para mí “Artaud” es como el diario de lunes de Spinetta porque mostró el recorrido de su genio, es la semilla. Toda la estética spinetteana que uno luego conoció más desarrollada, surge de ahí, tanto la poética por momentos surrealista, por momentos impresionista, el uso de las palabras, el tipo de armonización de las canciones, el tipo de secuencias de acordes, ese tipo de melodías.
-¿Vivís como un gran desafío este encargo?
– Estoy hace siete meses trabajando en esto y básicamente ha sido mi obsesión. Toda mi atención principal y todo mi deseo están puestos en esto. Me pasó de levantarme pensando en lo que había escrito y en las ideas que tenía y además me pasó de trabajar hasta muy muy tarde, escribiendo música algo que que me llevó también a épocas mías de cuando me podía quedar de pronto toda una noche sin dormir escribiendo.
Y eso sumale que vayamos a hacerlo en el escenario del Teatro Colón con lo que ello significa y que para mí tiene un valor simbólico muy alto porque es un lugar al que voy desde que era relativamente chico y está el desafío hacer algo que esté a la altura del Colón de dónde he salido llorando de emoción muchas veces.