La banda indie Él Mató a un Policía Motorizado estrenó hoy su álbum “Súper terror”, trabajo en el que despliega melodías y tópicos abarcados anteriormente en su discografía y suma sonidos del postpunk, cierto electropop y electrónica característicos de los ochenta, década en la que la banda platense buscó referenciarse para este lanzamiento también desde lo estético.
Definido por su líder, el bajista, vocalista y compositor Santiago Barrionuevo (más conocido como Santiago Motorizado), como el “verdadero sucesor” de su disco “La síntesis O’Konor” (2017), el esperado trabajo se desplaza por un “pos punk ochentoso más oscuro” que “no estuvo muy planeado”, sino que fue guiado por el “entusiasmo del momento a partir de encontrar una nueva sonoridad”, explicó el músico en una entrevista con Télam.
Compuesto por una decena de canciones, el disco tuvo ya como adelantos a “Tantas cosas buenas”, “Medalla de oro”, “Diamante roto” y “El universo” y fue grabado en los estudios Sonic Ranch de Texas, Estados Unidos.
Ya desde la apertura con “Un segundo plan”, un sonido electropop al que Él Mató no tiene tan acostumbrado a su público marca el estilo del disco, que si bien retorna a melodías y fórmulas familiares para los aficionados a la banda platense, vuelve a ambientes más electrónicos de los ochenta con “Voy a dispararle al aire” y “El número mágico”, con un solo de bajo con un efecto acorde a la propuesta.
Ganadora del Latin Grammy al Mejor Álbum de Rock en 2022, la banda, que se completa con Guillermo Ruíz Díaz (batería), Manuel Sánchez Viamonte y Gustavo Monsalvo (guitarras) y Agustín Spassoff (teclados), se prepara para sus conciertos del 16 y 17 de septiembre en el Luna Park.
“El disparador fue ‘Tantas cosas buenas’, una canción que nació dentro del proyecto de ‘Okupas’ y la compuse para la escena cuando se escapan de Dock Sud, que los ayuda un fletero y van escuchando la radio por la autopista a la madrugada. Y se me ocurrió que esa radio sea una especie de radio Aspen y que tenga ese sonido medio retro y ochentoso”, explicó Barrionuevo, quien también elaboró el arte de tapa del álbum.
Sobre aquella canción ideada para la versión remasterizada para Netflix de la serie de Bruno Stagnaro, el bajista agregó: “Al final no quedó la canción, pero me gustó todo el proyecto que había armado alrededor de eso, esa atmósfera nocturna con una música luminosa y con una letra pesimista, porque adornaba dos cosas: la salvación, pero también en el futuro no había buenas noticias”.
“Entonces le empezamos a dar forma con Él Mató. Nos copamos mucho con lo rítmico. Así que otras canciones que estaban ahí en vías de tomar forma, decidimos que también tengan por lo menos esa estructura. Quizá esa quedó más luminosa a nivel musical y las otras tienen una cosa más postpunk ochentoso, más oscuro”, reseñó el cantante.
En relación con los resultados del experimento, el músico sostuvo que “no está muy planeado, sino que es el entusiasmo del momento, a partir de encontrar una nueva sonoridad, por lo menos desde lo rítmico y después construir arriba de eso: con las guitarras un poco acompañar ese clima o ese disparador”.
“La idea del disco no era que todo vaya para ese lado, pero por un momento nos entusiasmábamos y sentíamos que algunas canciones daba para que tengan eso. La idea es que haya una recorrida bastante heterogénea dentro de lo posible. El plan era también agarrar cada canción y que se vaya para donde sea sin pensar en las demás, pero fue algo que nos entusiasmó, que nos atravesó en ese momento y muchas de esas canciones tienen un poco de esa estética”, destacó.
Barrionuevo definió al disco como “una continuación de ‘La síntesis O’Konor’ pero que explora nuevos caminos” y señaló que “algunas cosas estaban presentadas un poco en el disco anterior y se profundizaron y otras, un poco más nuevas, o nuevas para lo que es el universo de la banda, que es lo que divierte a la hora de grabar discos: explorar un poco siempre un poco más allá”.
– ¿Cómo fue el proceso creativo en Texas a la hora de grabar?
– Fuimos al estudio con algunas maquetas de canciones, pero muchas otras eran ideas muy básicas de armonía y melodía que yo grabo en el teléfono y que empezamos a desarrollar. Estoy contento porque nunca habíamos ido a un estudio así y es una inversión grande; no es un estudio casero. Y fue ir al hueso a darle forma ahí, a último momento con el vértigo que a veces significa tener ese tiempo limitado en un estudio muy importante, muy lejano y muy caro. Y salió bien y estoy orgulloso de eso porque era un plan que nunca habíamos hecho, que entendíamos que es una forma válida de trabajar, ir ahí al choque, a que salgan las ideas. Entiendo que también se hace mucho ahora: lo descubrí con colaboraciones con artistas de la música urbana, que van a componer y tirar ideas en el momento. Yo soy más tímido, tengo mis tiempos. Para nosotros era nuevo totalmente. Entonces, se trataba de ver cómo se iban dando y armando las canciones en el día a día frente a esa incertidumbre y ver cómo se acomodaba y cómo se te abren en ese último momento como unas pequeñas compuertas del cerebro en la parte creativa, que aparecen ahí en ese vértigo puntual, no tanto en otro momento. Cuando uno tiene tiempo para probar e ir y venir es una cosa, pero acá hay como algo que sucede medio mágico en esas condiciones. Tengo ese orgullo de haber probado otra forma de producción, de encarar un disco, y que haya salido bien según nuestras expectativas.
– ¿Por qué el nombre del disco?
– Tiene que ver con lo luminoso y lo oscuro de una misma cara, de esta cosa que tiene para arriba la canción “Tantas cosas buenas” pero la letra es para abajo. Jugar con esos contrastes, me pareció que “súper” y “terror” generaban ese contraste. Una cosa entre lo estético, que puede remitir al título de un videojuego también. Buscar dos palabras que signifiquen algo dentro del universo de Él Mató y que tengan ese impacto, cosas que podrían estar contrapuestas.
– ¿Qué características estilísticas buscaste para unificar la música con el arte de tapa, de tu autoría?
– Me gustó eso de ir para ese lado; tener un pie en los 80, en dos momentos: la radio y la música que escuchábamos y con la que crecimos porque nuestra infancia está ahí. Y después con una cosa más del postpunk, que son los 80 que descubrimos después en la adolescencia. Esos alternativos que no salían en la radio como The Jesus and Mary Chain, Pixies, Sonic Youth, PEEL. Jugar también con el futuro, con lo moderno, que también está todo el tiempo revisitando el pasado. Algo de eso está en la portada, en la que están nuestras caras como si fuesen avatares digitales. Porque ahora nuestra duplicación digital es casi igual a la real, entonces acá la estética era una especie de retro-futuro, más de videojuegos de los 2000, una especie de cuestión digital de primera parte de este siglo, y haciendo tributo a la portada de Kraftwerk “Electric café”, donde están ellos en una digitalización proyectada al futuro, a un futuro que ya no es ese, que siempre es peor de lo que imaginamos. Es una mezcla de todas esas ideas.