Estados Unidos anunció este miércoles un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania por 1.300 millones de dólares para reforzar su contraofensiva a Rusia, que incluye sistemas de defensa antiaérea, misiles antitanques, aviones no tripulados y otros equipos, que se suma a las polémicas bombas de racimo suministradas días atrás y que ya fueron prohibidas por más de 110 países.
El aporte forma parte de los esfuerzos de Washington de cubrir todas “las necesidades urgentes de Ucrania mediante el compromiso de capacidades críticas a corto plazo, mientras que también la construcción de la capacidad a largo plazo de las fuerzas armadas de Ucrania”, dijo el Departamento de Defensa estadounidense en un comunicado.
Por su parte, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, agradeció en Twitter esta nueva cooperación, a la que consideró “muy necesaria para lograr una victoria en común a la brevedad” sobre Rusia, en la guerra que sostienen desde febrero de 2022.
Thank you @POTUS for a powerful new defense support package worth $1.3 billion. NASAMS anti-aircraft missile systems with ammunition, artillery shells, mine clearance equipment, and other much-needed assistance will save 🇺🇦 lives and bring our common victory closer. We appreciate…
— Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) July 19, 2023
La ayuda no llegará inmediatamente al campo de batalla, ya que Estados Unidos adquirirá estos equipos en el mercado o a sus socios, en lugar de enviar material que tiene entre sus reservas.
El paquete incluye cuatro sistemas de defensa antiaérea NASAM y municiones para éstas, misiles antitanques TOW, proyectiles de artillería de 152 mm, drones y sistemas antidrones, así como diversos vehículos, consignó la agencia de noticias AFP.
Estados Unidos ha encabezado el apoyo de parte de la comunidad internacional a Ucrania y creado una coalición de apoyo tras la invasión de Rusia, cuyo presidente, Vladimir Putin, minimizó el contraataque que lleva a cabo Kiev al afirmar que no obtuvo ningún resultado positivo.
En cambio, tanto Ucrania como Estados Unidos sostienen lo contrario, al grado de presagiar que prontamente causará graves estragos en las filas rusas.
Ucrania recibió una semana atrás las bombas de racimo enviadas por Estados Unidos, prohibidas por más de 110 países y según Naciones Unidas también utilizadas por Rusia durante la guerra iniciada hace más de 500 días, en la que ya se usaron otros armamentos cuestionados como las municiones de uranio empobrecido y las minas antipersona.
Los mecanismos de estos tipos de armas son muy diferentes, pero comparten que son rechazadas por organizaciones humanitarias, e incluso por tratados internacionales, ya que matan indiscriminadamente, son peligrosas para la población civil y generan riesgos aún luego del fin del conflicto.
El presidente Joe Biden justificó el suministro al expresar que, si bien fue una “decisión difícil” de adoptar, se justificaba porque las tropas ucranianas están “quedándose sin municiones” en momentos en que intentan recuperar territorio con su contraofensiva.
Las bombas de racimo, usadas por Washington en Vietnam, Irak y Afganistán y provistas por Rusia a Siria para la guerra en ese país árabe, detonan en el aire y liberan cientos de submuniciones en un amplio radio de entre 200 y 400 metros.
Más allá de la extensa área que atacan, su riesgo principal está vinculado a que algunas de estas minibombas no detonan y se quedan enterradas, con una tasa de fallo de entre 5% y 30%, por lo que gran número de víctimas colaterales son civiles, incluyendo niños, que se topan con ellas.