La historia de los refranes: "No todo lo que brilla es oro"

Telam SE

“No todo lo que brilla es oro”

El referente de este dicho es el oro, algo de mucho valor. ¡Y reluciente! Pero ojo… que ese brillo no nos enceguezca y nos impida ver! No es lo mismo ser de oro macizo, que bañado en oro… No olvidemos que esta propiedad de brillar, no es exclusiva del oro, sino que pueden tenerla metales de menor calidad o sin valor

¡Y sí! Traducido a las humanidades, podríamos decir: no es lo mismo representar o hacer creer algo que no es verdad -un sentimiento, una cualidad, un estado, lo que sea-, que trasmitirlo sinceramente. Muchas veces hay gestos y palabras que no se condicen con las acciones…

Vieron que hay personas más rápidas (o desconfiadas) que detectan enseguida “un falso metal”, no hace falta que lo vean en acción; en esos casos, el refrán vale como preventivo para advertir sobre el sospechoso en cuestión. En otros, hizo falta verlo en acción para reaccionar ante la evidencia de que ese oro… ¡era falso!… ¡Y sí! No todos tenemos el mismo tempo para llegar al descubrimiento de la realidad…

Lo citó Cervantes en “El Quijote”: “No ha de ser oro cuanto reluce”; lo aludió Fernando de Rojas en “La Celestina”: “En la tina, todo lo blanco no es harina”; lo metaforizó William Shakespeare en “El mercader de Venecia”: “Yo tomo el mundo por lo que es, un teatro en el que cada hombre representa su parte”…

Pero saben quién puedo haberlo dicho antes que ellos?… ¡Esopo, el fabulista griego, 500 y pico de años antes de Cristo!

Sirva este adagio popular para desconfiar de las apariencias, porque lo bueno, como cualidad, no se encuentra en el aspecto exterior sino en la sustancia de las personas y la naturaleza de las cosas del mundo que nos rodea…

¡Eh, colombiano Alfredo Gutierrez, qué tú tienes para cantarnos sobre este asunto?

 

Alfredo Gutiérrez: “No todo lo que brilla es oro”

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