Con conciertos temáticos en los que aborda material de grandes figuras o emblemáticos grupos del rock argentino, como el caso de Charly García, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota o Divididos, la Sinfónica Rock viene demostrando desde hace algunos años que el universo de la música académica no entra en contradicción con el de la música clásica, sino que por el contrario se trata de lenguajes susceptibles de hermanarse.
“Aquí hay una propuesta de democratización de la música en un mundo donde todo está cada vez más partido en dos, donde hay una grieta permanente en todos lados. Estamos trayendo pibes a escuchar música clásica, que no es Mozart, pero sí tiene la tímbrica, la resultante de violines, cellos y violas. Me parecía educativo eso. Y también lo contrario: estamos trayendo gente melómana a escuchar música de, por ejemplo, Los Redondos, que tal vez jamás hubiera escuchado de otra manera, y le termina gustando”, señaló Mario Esteban, el director de la Sinfónica Rock en diálogo con Télam.
Bajo esta tónica, la formación, que hace más de diez años ofreció su primer concierto basado en temas de Los Redondos y amplió su repertorio a Charly García, estrenará el próximo sábado 8 de julio, a las 21, el espectáculo “La Aplanadora Sinfónica”, sobre temas de Divididos, en el porteño ND Teatro.
“Un Concierto Redondo” sonó en esa misma sala el pasado 27 de mayo, mientras que para el 12 de agosto se reeditará también allí “Un Concierto García”.
“El año pasado decidí hacer un show con música de otros de los grupos que más me acompañó de chico, que es Divididos, a quien le tengo mucho cariño. Reúne todo lo que amo: el rock, lo académico y el folclore en un mismo show”, se entusiasmó el director.
La propuesta de la formación dirigida por Mario Esteban contempla la combinación de una orquesta de cuerdas, coro mixto, piano y solistas vocales, que permiten una variedad en la forma de abordar cada tema.
La orquesta cuenta con un elenco estable de músicos provenientes de otras importantes formaciones como la Orquesta Sinfónica Nacional, la Orquesta del Congreso de la Nación y la Orquesta de Música Popular Juan de Dios Filiberto, entre otras.
Al combo lo integran Pablo Pereyra y David Mendoza en violines, Rubén Jurado en viola, Lucía Gómez en cello, Marisa Hurtado en contrabajo, Damián Tepman en piano, Lucho Sellan en guitarra, Demian Sielecki en teclado, y las voces de Carolina Fernández, Lucía Bollini, Analía Castro, María Laura Pantano, Manuel Fuentes, Walter Uranga, Joni Totori y Daniel Kolodzinski.
El germen de la Sinfónica Rock data de 2002 cuando el arreglador y director Mario Esteban, en forma lúdica, comenzó a transpolar al piano “en un estilo académico” temas de Los Redondos, y conforme con el resultado lo subió a la plataforma Taringa, una que se usaba en aquellos años para compartir música. Sorpresivamente, el post estuvo en un top ten de los más visitados y comentados durante una buena cantidad de semanas.
“Lo hice sin pretensiones artísticas. Incluso, lo grabé a manos separadas porque no soy pianista, así que toqué primero el acompañamiento con una mano, y luego con la otra hice las melodías”, reveló.
La publicación llamó la atención de un productor de Mar del Plata, quien le propuso llevar ese espectáculo a su ciudad, lo cual finalmente concretó en 2011, para lo cual contó con una orquesta y un coro.
Tras llenar el Teatro Auditorium, el músico se propuso repetir la experiencia en Buenos Aires, para lo cual convocó a un plantel de colegas de distintas orquestas, lo que dio el nacimiento de la Sinfónica Rock. “Está bueno tener una formación estable porque le da profundidad a la interpretación”, sentenció al respecto el director.
Pocos días antes de sumar a Divididos a un repertorio que ya contaba en sus filas con temas de Charly y Los Redondos, el arreglador y director Mario Esteban conversó con Télam sobre los desafíos que supone esta tarea de traducir al lenguaje académico un material que forma parte de la cultura popular.
-Mario, ¿qué diferencias y particularidades se fueron dando a la hora de trabajar sobre artistas con características bien diferenciadas como el caso de Los Redondos, Charly y ahora Divididos?
-Cada uno tiene sus vericuetos y sus virtudes, sus cosas fáciles y sus cosas casi imposibles. En el caso de Los Redondos, desmenuzar la partitura fue un descubrimiento maravilloso porque cuando la escuchás en contexto rock, es como un monumento, algo intocable; pero cuando la sacás de contexto descubrís que tiene una musicalidad impresionante. Al sacar la voz del Indio y hacerlo instrumental, cobra valor la melodía, que tiene un gran valor artístico per se. Para emular la virtuosidad de Skay en el violín hay que pelar y ahí se luce nuestro concertino Pablo Pereyra, que es la estrella del show entre los intérpretes. Charly es una amalgama de compases que van cambiando constantemente, a pesar de que la rítmica de la batería esté siempre en 4/4. Por adentro es un laberinto la métrica y lo que tiene de difícil también es que, cuando canta, tiene unos yeites rockeros que no se sabe bien qué nota es. En Divididos, el tema está en la virtuosidad, sobre todo de (Diego) Arnedo. Ahí la que se tiene que arremangar es la contrabajista. Pero es una música que tiene la riqueza de la variedad.
-¿En qué se diferencia esta propuesta con otros espectáculos que también abordan clásicos del rock pero en clave sinfónica?
-Lo nuestro es puramente sinfónico, no hay guitarra eléctrica ni percusión. Se puso un poco de moda esto de ponerle el cartel de sinfónico a conciertos que en definitiva presentan bajo, batería, guitarra y voz, y les ponen cuerdas de fondo que ni se escuchan. Es algo pensado más desde lo fotográfico que desde lo musical. Nosotros ponemos todo lo que suena despojado de lo eléctrico y de la voz. En Argentina y Latinoamérica no había algo así, puramente sinfónico.
-Precisamente, a partir de esta tendencia de sumar cuerdas a una formación rockera y ofrecerlo como un concierto sinfónico, ¿tuviste algún tipo de prurito cuando apareció por primera vez la propuesta de montar un espectáculo?
-Tenía contradicciones éticas porque no soy un comerciante de la música. Siempre me escapé de cosas lucrativas que no me parecían interesantes, pero me di cuenta que acá había una propuesta democratizadora de la música y eso me pareció interesante y me sirvió como norte. No es una locura que la gente baile, aplauda o haga pogo con un sonido académico porque alguna vez fue música popular. Me parece valioso abrir el abanico y salir un poco de ese River-Boca. Nosotros intervenimos los temas, hacemos algunos cambios armónicos por ejemplo para que no sea un simple cover.