Las violencias domésticas y económicas, los alquileres que no admiten niños o niñas, entre otras problemáticas, son parte de la realidad que atraviesan muchas mujeres y diversidades a diario, lo que las lleva a estar en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires, donde están expuestas a condiciones de salud precarias, agresiones sexuales y consumos problemáticos, pero en la que también arman redes.
“Yo en lo personal tuve mucha suerte. No te digo que nunca me pasó nada, no te digo que nunca me pegaron, pero nunca me violaron, que eso es un montonazo. Me arriesgué a muchas cosas por la sustancia: me prostituía para conseguirla y he llegado a lugares que me metía porque solo me decían que me iban a dar”, confió a Télam Paula, una mujer de 43 años, oriunda de la localidad bonaerense de Ramos Mejía.
Paula pasó “casi 23 años de consumo y 11 de calle” y hoy forma parte de la organización No Tan Distintes, que acompaña a mujeres y LGBTIQ+ en situación de vulnerabilidad social, en la que realiza tareas organizativas y busca acompañar a quienes están pasando por su misma situación.
El relevamiento a personas en situación de calle de la Ciudad de Buenos Aires registró en abril de este año 3.511 personas, de las cuales aproximadamente un 75% eran varones y el 25% restante, mujeres.
En tanto, el último Censo Popular del distrito que realizaron organizaciones sociales en 2019, contabilizó un número más elevado: 7.251 personas, 80% respondió ser varón, el 19% mujer y un 1% trans o travesti.
El menor número de mujeres y personas trans que se reportan responde a un “subregistro” y una “invisibilización” de esta población, sostuvo la investigadora del Conicet y militante de la Asamblea por los Derechos de las Personas en Situación de Calle (PSC), Jorgelina Di Iorio, en diálogo con Télam.
“Hay personas en situación de calle ocultadas: quizás están haciendo trabajo en casa particulares, cambian trabajo por alojamiento, van armando más red. La propia lógica de la calle hace que se generen estrategias medio ‘camaleónicas’ de metamorfosearse para cuidarse porque la calle es un escenario de mucha hostilidad para las mujeres y las personas trans y travestis”, advirtió.
Huir de situaciones de violencia doméstica es una de las causas que lleva a muchas mujeres a abandonar sus viviendas para alejarse de sus agresores, lo que las lleva a una situación de vulnerabilidad habitacional.
“Tuve varias parejas que abusaban de mí, me obligaban a drogarme, a prostituirme. Siempre fueron celosos y siempre me golpearon”, contó a esta agencia Daniela, cuyo nombre fue modificado para la nota, oriunda de la localidad bonaerense de Florencio Varela.
La mujer, de 23 años, estuvo de forma intermitente en situación de calle desde sus 6 años y muchas veces recurrió a ella para no convivir con hombres que ejercían violencia sobre ella.
María Verón era una mujer en situación de calle que sufría violencia de género por parte de su pareja e intentó por distintas vías salir de ese contexto.
Mará denunció al hombre, también buscó ser admitida en el parador Azucena Villaflor del programa Buenos Aires Presente, donde le negaron el acceso por encontrarse “suspendida”, y finalmente falleció el 2 de mayo pasado por la tarde cuando la atropelló un auto en el barrio porteño de Pompeya.
Entre 2015 y 2021, se registraron 155 homicidios dolosos de mujeres en la Ciudad de Buenos Aires de los cuales 14 mujeres (9%) se encontraban en situación de calle y 9 de ellos fueron calificados como femicidios porque medió la violencia por motivos de género, indicó un informe de la Unidad Fiscal Especializada en violencia contra las Mujeres (UFEM).
En el barrio porteño de Constitución, sobre la avenida Entre Ríos, debajo de la autopista 25 de Mayo, se despliega un mural pintado por la Asamblea PSC con la figura en blanco y negro de una mujer y el mensaje “Acá vivió y murió Verónica, una mujer en situación de calle”, quien fue prendida fuego en ese lugar el 4 de julio de 2020, por un presunto femicida de apellido Sosa.
Además, en enero de este año, Celeste Ríos fue asesinada por su pareja a puñaladas, también en Constitución, según informó la organización No Tan Distintes.
La violencia económica también es una de las causas que lleva a mujeres y diversidades a la calle y se expresa, por ejemplo, en los hoteles que no permiten alquilar con hijas e hijos.
“Incluso obteniendo la plata y cumpliendo con los requisitos, es mucho más difícil para las mujeres conseguir un hotel que para los varones y más si tienen hijos o hijas. He hecho recorridas con compañeras saliendo todos los días durante una semana a 15 hoteles y no encontrábamos hotel para que ellas puedan vivir”, explicó la investigadora Di Iorio.
Las vivencias en calle están atravesadas por condiciones de salud precarias, agresiones sexuales, violencia institucional y social, redes de trata y consumos problemáticos.
Sobre la violencia ejercida por agentes de seguridad, Paula contó: “Una vez tuve un momento feo que fue uno de los últimos antes de salir de la calle. Yo estaba muy mal, muy ebria, y golpeé un auto. Adentro había un policía y el policía me mató a palos. Después volví a pedir justicia, todo, y ahí me tiraron gas pimienta y se me terminó toda la locura. No quise saber más nada”.
El Informe Anual de Violencias hacia personas en situación de calle en Argentina (2021-2022), contabilizó 21 casos de violencia institucional dentro de los cuales en tres de ellos se vieron implicadas distintas mujeres.
Además detectó 32 situaciones de violencia social hacia varones, 5 hacia mujeres y un caso sin datos claros al respecto, mientras en 61 casos de violencia estructural estuvieron involucrados varones y en 5, mujeres.
La fuente del informe es el Registro Unificado de Violencias, que es gestionado por la Asamblea Popular de PSC y un equipo de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, y se elabora con lo que reportan los medios de comunicación, por lo que existe un “subregistro de las violencias”, advirtió Di Iorio.
A este panorama se suman las dificultades para acceder a una salud menstrual ya que no tienen garantizado el acceso a productos de higiene personal ni a espacios públicos donde higienizarse.
De los 44 Centros de Inclusión Social que existen en la Ciudad, 2 son para mujeres con hijos y otros dos -Casa Aminí y Hogar Frida- para travestis y trans; sin embargo, las organizaciones advirtieron que muchas prefieren no asistir porque no pueden llevar sus pertenencias, entre otras razones.
Para protegerse de su situación de vulnerabilidad, muchas mujeres y diversidades forman redes y se acompañan.
“Después de mucho tiempo llegó el momento de estar, de compartir. He hecho cursos de formación para acompañar. Mucho del acompañamiento que hoy hago es desde donde yo lo veo habiendo estado en la calle. Estamos de los dos lados. A veces las invito a mi casa, las acompaño al hospital”, concluyó Paula.