La escritora y activista ucraniana Victoria Amelina, que resultó herida de gravedad cuando cenaba junto al escritor colombiano Héctor Abad Faciolince durante un ataque ruso con misiles sobre la ciudad de Kramatorsk, murió el sábado último en el hospital, según informó la organización PEN Ucrania, dedicada a promover la libertad de expresión y la literatura.
“Les informamos que la escritora Victoria Amelina murió el 1 de julio en el hospital Mechnikov de Dnipró”, señaló el comunicado de PEN, que indicó que su muerte fue causada “por heridas incompatibles con la vida, recibidas durante el bombardeo” ruso del restaurante de Kramatorsk.
La escritora de 37 años, autora del libro “Un hogar para Dom”, que fue traducido hace poco al español, fue gravemente herida cuando cenaba en el restaurante Ria Pizza, por lo que debió ser hospitalizada con “múltiples fracturas en la base del cráneo”, según se dio a conocer.
Amelina estaba acompañada en el restaurante por tres colegas colombianos que sufrieron heridas leves: el excomisionado de paz Sergio Jaramillo, el novelista Héctor Abad Faciolince y la periodista Catalina Gómez.
Tras el atentado, Abad Faciolince y Jaramillo contaron en un comunicado lo que ocurrió: “Mientras cenábamos en el restaurante RAI pizzería de Kramatorsk con Victoria Amelina, una extraordinaria escritora ucraniana, y la gran periodista Catalina Gómez, fuimos objeto de un ataque de Rusia con un misil crucero lanzado contra el restaurante, que hace parte además de un complejo comercial”.
De acuerdo con la agencia de noticias AFP, con la muerte de Victoria Amelina, asciende a 13 la cantidad de fallecidos por el ataque ruso al restaurante en Kramatorsk.
Autora de varias novelas traducidas a diversas lenguas, la escritora nacida en Leópolis “había extendido su trabajo más allá de la literatura” tras la invasión rusa de Ucrania, y “documentado los crímenes de guerra rusos en los territorios ocupados”, destacó PEN Ucrania.
Madre de un niño de 10 años, autora de libros infantiles y novelas y reconocida con premios como el Joseph Conrad, Amelina se había alejado de la escritura literaria para dedicarse a documentar los crímenes y consecuencias de la guerra sobre el patrimonio cultural en Ucrania, su país natal.