No agradeceré que no me mates

Cuando creía que todas las discriminaciones que podían tocarle ya las conocía, Abraham Jiménez Enoa se exilió de Cuba a Europa y tuvo un reset. Allá le hicieron notar que su color de piel no vale lo mismo: se lo marcaron en los cafés, cuando camina por la calle o juega al fútbol. La pulsión vital del autor lo llevó a comenzar una “lista negra” y un diario de “notas racistas”, donde la escritura emerge como estrategia de supervivencia.
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