Reflexiones de la vida diaria: ¿Cuán sabia es la sabiduría popular?

Telam SE

¿Cuán sabia es la sabiduría popular?

Buena parte de la sabiduría popular se apoya en los refranes, que vendrían a ser como el resumen Lerú del conocimiento humano. En términos más modernos, una especie de Twitter de no más de 40 caracteres. Incluso el gran Hugo Paredero se ocupa del origen de estas cosas aquí en Télam, pero… ¿tenemos idea de lo que estamos diciendo cuando metemos un refrán en medio de una conversación? Yo admito que hay algunos que me desconciertan. Ejemplos:

“Al que madruga, dios lo ayuda”. Ajá. Y si te quedás dormido y no escuchás el despertador, ¿no te ayuda? ¿Así de poco bondadoso es? ¿Y si es Dios el que se queda haciendo fiaca en la cama y no se da cuenta de que madrugaste?
Y si uno se desvela, ¿Dios lo ayuda igual, o sabe que no madrugó porque quiso, sino que fue por accidente?

¿Y qué le pasa al que NO madruga? ¿Que lo parta un rayo? ¿Hay estadísticas de cuántos madrugadores ganaron la lotería, respecto de aquellos que se volvieron millonarios levantándose a las 12 del mediodía?

Y el que tiene que laburar de noche, de sereno, por ejemplo, ¿cómo hace para madrugar y no perderse la ayuda divina?

Y por último. “Al que madruga, dios lo ayuda”. Es muy genérico. ¿A qué lo ayuda? ¿A despertarse antes? ¿Te empuja de la cama? ¿Por qué en los programas de los tele-predicadores nunca se ve a nadie que diga: “yo madrugué, hermanos, y el me ayudó”?

Claro, la rima es clarita: “Al que madruga, dios lo ayuda”, en cambio, si uno dijese “Al que se levanta temprano”, tendría que decir “dios le da una mano”, y ahí ya se presta a confusión y el chiste y la rima fácil, hermano. 

“En boca cerrada no entran moscas”: ¿a quién le entró alguna vez una mosca en la boca? Y supongamos que una vez en la vida te entró una mosca en la boca, no te va a volver a pasar, a menos que te estés lavando los dientes una vez por año, o menos.

Cualquiera que haya intentado alguna vez reventar una mosca de un chancletazo, habrá comprobado que las moscas buscan la luz, el aire, no la oscuridad de la cavidad bucal humana. Un ocasional mosquito en la oreja justo cuando te querés dormir, puede ser, pero, ¿una mosca en la boca?

A mi me parece que en lugar de querer decirte que cerrés la boca para no meterte en problemas, este refrán te trata directamente de roñoso de escasa higiene bucal, por lo que recomiendo no utilizarlo, a menos que se esté en presencia de un verdadero comemoscas.

“Más vale pájaro en mano que cien volando”: ¿Quién anda con pájaros en la mano? La gente anda con carteras, maletines, paraguas, bolsos, celulares y ahora hasta están de moda las mochilas, cosa de no tener que andar con NADA en la mano. Ni los fotógrafos, cuando te dicen “mirá el pajarito” lo tienen en la mano – al pajarito, digo-. (Dicho sea de paso, otra extrañísima costumbre: ¿qué pajarito hay que mirar cuando te sacan una foto? Las veces que quise mirar los pajaritos, salí en la foto mirando para arriba. Y ahora que las cámaras de fotos son digitales, el pajarito que hay que mirar, ¿es virtual? ¿de cuántos megapixeles?)

También están los refranes más filosóficos, que, casualmente, también tienen animales: “No hay que cambiar de caballo en el medio del río” Primero: ¿por qué te metiste en el río con un caballo? No es el mejor medio de transporte fluvial. Segundo: Si el caballo se asusta y no quiere seguir y se empaca, ¿no cambiás de caballo? Claro: para cambiar de caballo tenés que cruzar el río, AL MENOS, con dos caballos. O con otro que vaya con vos y sienta la necesidad de intercambiar caballos.

Pero algo mucho peor: ¿Y si al caballo le pasò algo grave, como, no sé, que un cazador furtivo, un bandolero o un guardia migratorio le pegue un tiro y espiche? En ese caso, ¿tampoco conviene cambiar de caballo? ¿Usás al caballo de barrenador y vas nadando hasta la orilla? Lo que tiene este refrán es que muchos que nunca siquiera estuvieron cerca de un equino, lo repiten y entran como caballos.

“No hay mal que por bien no venga”. Obviamente, esto lo dijo un talibán del optimismo. Nadie quiere que le pase algo malo. Y si es malo, no es bueno. También conocemos una versión moderna, a cargo de un Sri al Cuadrado, de dudoso origen oriental y suculenta cuenta bancaria que lo transformó en “Si sucede conviene”. No. No conviene que te roben, que te enfermes, que no te alcance la guita, que haya inflación, que venga la derecha o que no se consiga Viagra justo hoy que lo necesitás. No conviene nada. Y no hay bien que venga tras el mal.

Este es el famoso “consuelo de pobres”, que dicho sea de paso, no es solo de pobres, porque los ricos hasta eso te usan y también se consuelan diciendo “si sucede conviene”.

En fin. Que no sé cuán sabia es la sabiduría popular. Es más. Hasta me atosiga un interrogante: A buen entendedor, ¿cuál es el mínimo de palabras que hacen falta para que entienda?


source

What's your reaction?
0Me Gusta0No me gusta0Me divierte0Me entristece

Add Your Comment