Ser madre y jugadora de fútbol de alto rendimiento fue históricamente un desafío por la falta de garantías otorgadas por clubes y asociaciones hacia estas personas, que desean combinar su profesión con la crianza, pero desde el 2021 se abrió otro paradigma a partir del nuevo reglamento de la FIFA, que contempla al embarazo y la maternidad y responde a la pregunta de si “es posible ser madre y jugadora profesional”.
“Me parecen importantes estos avances en reglamentaciones para que los clubes puedan acompañar ese proceso (de embarazo), como en cualquier otro trabajo, y que no implique un alejamiento de la actividad porque va a ser madre, como un derecho de la mujer”, dijo Jimena Tello, preparadora física de la primera división femenina de River Plate.
En diálogo con Télam, Tello resaltó la importancia de comprender el concepto de “que sean madres no interfiere en el alto rendimiento ni la competencia, lo vemos en las jugadoras que ahora van a jugar el Mundial y son madres”.
Mundial Femenino de Fútbol
El próximo jueves comienza la novena edición de la Copa Mundial Femenina de Fútbol que se jugará en Australia y Nueva Zelanda hasta el 20 de agosto de este año, y será el primero que se desarrolla desde la aprobación de la nueva reglamentación de la FIFA en 2021.
Impulsada por la Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol Profesional (Fifpro), entre sus puntos principales propone que los clubes están obligados a garantizar 14 semanas de baja remunerada a las jugadoras que estén embarazadas, y también a facilitar la reincorporación a su puesto de trabajo luego del parto.
Así, ningún club podrá despedir a una futbolista por quedar embarazada ni podrá incluir “cláusulas antiembarazo” en sus contratos, al tiempo que se establece que toda jugadora que quede embarazada tendrá derecho a seguir desempeñando sus funciones mientras su salud se lo permita.
Las futbolistas cuentan, a partir de esta reglamentación, con una protección especial ante una eventual rescisión de contrato durante el embarazo o la baja por maternidad, con importantes consecuencias financieras y deportivas para los clubes de no cumplirse.
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— Agencia Télam (@AgenciaTelam) July 17, 2023
Las jugadoras
Entre las convocadas argentinas al Mundial se encuentran las jugadoras Vanina Correa, mamá de los mellizos Luna y Romeo; Julieta Cruz, mamá de Narela, y Lorena Benítez, madre de Renata y Ezequiel.
Correa, de 39 años, es arquera de Rosario Central y la guardiana del arco de la Selección Argentina, donde conserva la mayor experiencia del plantel ya que jugó en dos Mundiales, 2003 y 2007, y ganó la Copa América 2006.
Cuando tenía 30 años fue madre y dejó el fútbol por cuatro años, hasta que fue nuevamente convocada para volver a la Selección por el entrenador Carlos Borello, desafiando la idea de que no es posible combinar en sus rutinas la crianza con la exigencia deportiva.
“Vuelvo a casa y ahí están… ¡mi mejor trofeo, mi todo!”, dice sobre sus hijos en las redes sociales, donde combina fotos de entrenamientos y partidos con otras familiares.
También la mendocina de 27 años Julieta Cruz, actual lateral derecha en Boca Juniors, es madre de Narela, de 4 años.
En medio de su desarrollo deportivo, el nacimiento de su hija le cambió “la vida totalmente” y espera que otras jugadoras como ella puedan hacerlo “si está en tus planes, si lo querés y es lo que soñaste”, dijo consultada por medios mendocinos.
En 2019, un mes antes de debutar en su primer Mundial de Fútbol que tuvo lugar en Francia, Lorena Benítez fue madre de dos mellizos, Renata y Ezequiel. La gestación la llevó adelante su pareja en el momento, Verónica Rivero.
“Fue una revolución total porque estaba viviendo un sueño jugando en la Selección mayor pero pensando en mis hijos”, contó a los medios en aquel momento la jugadora, de 24 años, que actualmente se desempeña como mediocampista en la Selección argentina y en Palmeiras de Brasil.
Al respecto, el preparador físico del equipo femenino de Banfield, Nelson Guerra, apuntó que al hablar de maternidad no hay que “desentenderse del contexto sociocultural y económico de la jugadora”
En ese sentido, destacó que el rol de las familias y de la pareja, en caso de que así sea, es “crucial”, como así también “el apoyo de los grupos de trabajo que se encuentran en las instituciones como soporte de cada una de ellas”.
Para Guerra, el deseo de ser madres a la par de una carrera deportiva “de élite” no debería ser una limitación, aunque admitió que “ese ideal muchas veces no es el que encontramos” por cuestiones institucionales o por la carga de responsabilidades en las jugadoras madres.
“Desde la preparación física, una puede acompañar un embarazo con entrenamiento cuidado, pueden entrenar la fuerza, la estabilidad, seguir desarrollando su proceso de entrenamiento siempre y cuando el embarazo vaya bien”, agregó Tello.
En el Mundial de Fútbol Femenino competirán también otras jugadoras que son madres como la centrocampista danesa Sanne Troelsgaard, la defensora estadounidense y campeona mundial en 2019 Crystal Dunn, quien fue madre en 2023, y la mediocampista alemana Melanie Leupolz.
En junio pasado, la asociación de mujeres futbolistas de España, FUTPRO, presentó un estudio sobre maternidad en el fútbol femenino de ese país en el que asegura que el 90% de las jugadoras profesionales consideran que es complicado conciliar la maternidad con el deporte de alto rendimiento.
La investigación reveló que más del 60% de las futbolistas tienen miedo a que finalicen su contrato si quedan embarazadas, al 46% le preocupa que sus clubes tomen represalias contra ellas y otro 40% declaró que habrían formado una familia antes de lo que harán por ser deportistas de élite.