“Llegué a este increíble planeta el 1 de agosto de 1963. A los 5 años mi influencia musical más importante era Sandro, del cual interpretaba ‘Rosa Rosa’, generalmente debajo de la mesa o en el baño. Más tarde, ‘Sótano Beat’ y Joan Manuel Serrat pasaron a ocupar el lugar de preferencia, junto a un amor de toda la vida, Manuel Belgrano. Cuando tenía nueve comencé a tocar la guitarra copiando a mi hermano (Lito Epumer) que por esos tiempos tocaba en ‘Madre atómica’, juntos escuchábamos a Emerson, Lake and Palmer, Yes, Color Humano, etc.“
Así comenzaba María Gabriela Epumer una sintetizada autobiografía que cada una de las integrantes de Viuda e Hijas de Roque Enroll habían escrito para el programa de mano que se entregaba al ingresar al Luna Park, en ocasión del show de la banda, el viernes 4 de abril de 1986, a las 21 hs. El primer Luna Park realizado por una banda conformada por mujeres.
El relato de su vida continuaba contando que a los 14 años conoció a Claudita Sinesi. Ella le propone que se junten todas las tardes a tocar con el Mono Fontana, que como estaba estudiando piano, las necesitaba para que tocaran las bases y poder practicar. Hicieron un taller todo el verano, y según señala María Gabriela, fue la mayor escuela que tuvo. Tocaban ocho horas sin parar.
Junto a Claudita Sinesi componen, tocan, cantan, y con no más de 15 años algunas noches se las puede ver en las zapadas de Jazz&Pop, junto al Mono Fontana, o Lito Epumer, antes de que comiencen los años 80. Juntas van a ser parte de la banda Rouge, con otra gran amiga, Andrea Álvarez, luego ambas conformarán Viuda e Hijas de Roque Enroll, con Mavi Diaz y Claudia Ruffinatti, más tarde Maleta de loca, y siempre la amistad.
Su hermana de la vida, su compañera artística, su amiga desde los 14 años, Claudita Sinesi, recuerda cuando aquel 30 de junio de 2003 la llamaron por teléfono a su casa. Era un lunes a la mañana. El sábado anterior, a la noche, había tenido su última conversación con Maria Gabriela: ella la había llamado porque quería grabar un tema de Claudia, “Tienes tanto”, que cantaban en la época de Rouge, allá por principios de los 80.
Maria Gabriela quería aprovechar el tiempo de reposo que le había indicado el médico por la fiebre y el decaimiento que venía teniendo hacía ya unos cuantos días, para grabar en su casa un nuevo disco, folk, sola con su computadora. Y quería hacer una canción de Claudita, como lo había hecho en sus dos discos anteriores, porque siempre incluyó en sus discos un tema de su amiga del alma: “Diamantes”, en el álbum “Señorita Corazón”, y “Sirena”, en el álbum “Perfume”. Ahora quería grabar “Tienes tanto”, y le pidió a Claudia que la module porque le quedaba muy alta, y que le mande los acordes, la letra, etc.
El domingo Claudia estuvo trabajando toda la tarde en eso. Y el lunes a la mañana fue que recibió el llamado telefónico, donde le avisaban que María Gabriela acababa de fallecer. Claudia recuerda que le llevó un buen rato entender esas palabras. No podía ser posible. No podía ser real. No podía ser cierto. “Después me calmé, miré por la ventana, y pensé: se fue”.
A veinte años de su partida, sus canciones, el sonido de su guitarra, su personalidad, su influencia en las nuevas generaciones de músicas, son un tesoro para la historia del rock argentino.
A veinte años de su partida, flota en el aire su perfume.
Es la guitarra de Epumer
María Gabriela vive su infancia rodeada de una familia de músicos y músicas, y desde niña sabe lo que es el rock: siempre se las ingenia para que, aun siendo muy chica, la lleven a los recitales de Madre Atómica, el grupo de su hermano Lito Epumer con Pedro Aznar y el Mono Fontana, o por caso también a ver a esa banda que recién está comenzando, llamada Sui Generis, que luego será un dúo, y que luego, uno de sus integrantes con bigote bicolor, le pedirá que sea su guitarrista. Faltaban dos décadas para esto, pero ya sabemos que ella dirá que sí.
Mucho antes, en el inicio de los años 80, cuando ella tenía apenas unos 16 años, es la guitarrista de otra María, también una de las grandes protagonistas de la historia del rock argentino, que iniciaba su camino solista: María Rosa Yorio. Y luego de conformar Rouge, vendría a quedarse para siempre su banda Viuda e Hijas de Roque Enroll.
Una maleta con canciones
Una publicidad de Musimundo en la revista Rolling Stone del año 2000 que ocupa toda una carilla tiene dividida en dos su gráfica. En la parte superior está la promoción de “Perfume” el nuevo trabajo de María Gabriela. Las letras del aviso rezan un contundente “Lo nuevo de la guitarrista de Charly García”.
Para entender cómo ese título se apoderaba entonces de María Gabriela Epumer, hay que desandar un poco el camino y reconstruir qué pasó en los 90 con una de las mujeres fundamentales en la historia del rock argentino.
María Gabriela Epumer y Claudia Sinesi formaron a fines de los años ´80 una banda que se llamó Maleta de Loca. En medio de la hiperinflación, la banda grabó solo un disco en formato vinilo que con el tiempo será un material casi imposible de encontrar. Completaban el grupo Jota Moreli en batería, Daniel Bazano en teclados y Bam Bam Miranda en percusión. El productor fue un amigo de la casa: Ulises Butrón.
Luego comenzaron la década del 90 siendo parte del proyecto solista de Celeste Carballo post separación del dúo con Sandra Mihanovich, con el que ya habían colaborado en shows y también en el tema “Amelia por los caminos”, incluido en el disco “Mujer contra Mujer”.
Con Celeste, a quien la une la sangre y la música, grabará en los ´90 dos discos. También saldrá de gira con Alejandro Lerner, y en 1992 es una invitada de lujo para acompañar a Luis Alberto Spinetta en la presentación del disco “Pelusón of Milk”, show en el que, junto a sus amigas de Viuda e Hijas de Roque Enroll, estuvieron a cargo de los coros.
Tres años más tarde, estas cuatro amigas músicas vuelven a encontrarse en un escenario y graban un disco en vivo titulado “Telon de Crep”, donde están todos sus éxitos, tocados en tres fechas en The Roxy.
La guitarrista de Charly
En 1993, María Gabriela Epumer se unió al grupo Las Chicas junto a Laura Gómez Palma, Marcela Chediack, Floppy Bernaudo y Laura Casarino, banda que participó en la presentación del disco “El amor después del amor” de Fito Paez, en Vélez Sarsfield.
María Gabriela estaba en pleno show con Las Chicas una noche en el mítico Prix D´Ami (sobre la avenida Monroe, en el barrio de Belgrano), cuando Charly García, habitué de ese templo, las miraba tras bambalinas. “Cuando terminó el show vino y me re-felicitó, me dio la mano y todo, me dijo que se tenía que ir de gira y que no tenía guitarrista. Entonces llévame a mí, le dije, pero como en una especie de broma, yo soy muy tímida y me hice la canchera” así recordaba la propia María Gabriela, en una entrevista en el canal de cable Telemúsica en 1999, el comienzo de una historia de trabajo y amistad que se traduciría en ese título de reconocimiento como “la guitarrista de Charly”.
La cosa siguió así: María lo pasó a buscar a Charly por la casa al otro día, fueron a la sala de ensayo y se sentaron los dos solos a tocar. Empezaron con “Promesas sobre el bidet” y “Rezo por vos”. Desde ese momento sellaron un pacto musical que duró una década.
Con Charly grabó los discos “La hija de la lágrima”, “Estaba en llamas cuando me acosté” y el exitosísimo MTV Unplugged, recital en Miami en el que tuvo una participación estelar. También integró de “El aguante” en 1998, de “Demasiado ego” en 1999, del regreso de Sui Generis en 2000 y de “Influencia”, editado en 2002. En estos, Charly suma a su banda a otra instrumentista: la saxofonista Mariela Chintalo. Ella también colaborará musicalmente en la carrera solista de María Gabriela, y será quien ilustre dos de sus placas.
Señorita corazón
Mientras la vorágine García tenía a María Gabriela en el centro de todas las miradas, en 1994 conoció al guitarrista Robert Fripp, cerebro de King Crimson y tomó con él un seminario que la marcaría en muchos aspectos. María se encontró con una disciplina muy estricta pero amorosa a la vez que le enseñó una nueva forma de componer y pensar la música. Cuando el seminario terminó, el grupo hizo varias presentaciones por la Argentina, junto a Los Gauchos Alemanes, banda compuesta por Hernán Núñez, Fernando Kabusacki, Christian de Santis y el alemán Martin Schwutke.
María Gabriela también llevará adelante una iniciativa musical y solidaria, en esta mitad de la década de los 90: la Montecarlo Jazz Ensamble. Un proyecto que nació de una charla en un bar de Once con su compañero de banda, el baterista Fernando Samalea. Una idea que terminó en una mega convocatoria de artistas donde se fusionaron estilos, músicas, letras y horas de grabación en el mítico estudio de Chiche Bermúdez con un resultado final asombroso para la época: dos discos repletos de fusiones, jazz, rap, pop y música experimental e indígena, cuya recaudación fue destinada a las comunidades de pueblos originarios de nuestro país.
“Yo siempre estuve investigando, ya que mi tatarabuelo fue un cacique ranquel. No soy solo una chica de ciudad a la cual le picó el bichito del exotismo indígena. En el álbum incorporamos grabaciones de tobas, araucanos, mapuches o huichis, sea por medio de samples o rapeos en esos idiomas. Inti Huamaní, un mapuche que hace política indígena, también nos orientó un poquito”, decía María Gabriela en esa época.
La presentación de este disco (que quince años más tarde será reeditado en medio de la pandemia) se hizo en The Roxy de la Avenida Rivadavia. La fiesta contó con la mayoría de los participantes y el cierre estuvo a cargo de Ludovica Squirru, que ofició de maestra de ceremonias.
En 1995 formó la banda A1 con Miguel Bassi en bajo, Matías Mango en teclados y Damián Cantilo en batería. En el 96 graban de manera independiente “Señorita Corazón” un disco que contó con la producción artística de Tweety González y como músico invitado estuvo Eric Schermerhorn, guitarrista de Tin Machine y de Iggy Pop.
En tanto instrumentista, Maria Gabriela tuvo un encuentro multitudinario con el público el 27 de febrero de 1999, en el Festival Buenos Aires Vivo I I I con la banda de García, un show ante 150.000 personas.
En el 2000 tocó en la vuelta de Sui Generis, el dúo mítico de Charly García y Nito Mestre, en los shows que brindaron en Buenos Aires, Chile, Perú y Uruguay, y participó del álbum “Sinfonía para adolescentes”, que el dúo grabó un cuarto de siglo después de su despedida en el Luna Park, así como del álbum doble, grabado en vivo en el show que brindaron en el estadio de Boca Junior, que se tituló “Si – Detrás de las paredes”.
Perfume
Siguiendo con sus entradas y salidas del mundo solista, en el año 2000 lanzó su álbum “Perfume”. Editado por DBN, María Gabriela describía así su obra en una entrevista para La Nación, a días de su lanzamiento: “Es una muestra de los distintos tipos de música que me gustan. Me tomé varias licencias, por eso lo siento como mi primer disco solista, porque en ‘Señorita Corazón’ tomábamos las decisiones en grupo, con los chicos de A1. Aquí expuse mis caprichos, como el tema de Spinetta (“Canción para los días de la vida”), que es bastante largo y que hace un año que lo toco en vivo”.
Además de esta, el disco contenía sus versiones de otras canciones: La de Charly, “Ah, te vi entre las luces”, es de La Máquina de Hacer Pájaros y la escuchaba de chica. La de Melero, “Quiero estar entre tus cosas”, era un antojo, como también “Sirena”, de Claudia Sinesi. Estaba obsesionada con los cuatro temas y quise grabarlos. Simplemente porque me gustan interpretarlos y porque creo que son mejores que varios míos que no incluí”, continuaba contando en la misma nota.
El disco también incluía “Introducción”, de Robert Fripp; “Un minuto”, de Laura Casarino, y diez canciones de su autoría, donde se desplegaba su talento infinito como guitarrista, como autora, como compositora, y como intérprete.
María Gabriela Epumer podía moverse sin problemas entre esos dos océanos tan dispares como eran el mainstream y el mundo indie porque su meta era hacer, tocar, seguir adelante.
“Es difícil de entender, pero para mí la felicidad es tocar la guitarra donde me escuchen, donde la gente me reciba bien. No aspiro a agotar ventas. Tocar para otros fue una búsqueda, no quería llevar adelante un proyecto propio. Sólo ahora, con ‘Perfume’, encontré mi identidad.”
Para siempre
En 2001 sacó “Pocketpop”, que traía dos temas y un track interactivo, en un envoltorio que la propia María Gabriela se encargó de buscar en una fábrica de latas: una caja redonda de metal que parecía una pomada para zapatos contenía su música. Su creatividad y la mirada puesta en los detalles estaban ahí en ese material que con el tiempo se transformará en un objeto para coleccionistas. Un EP que quería ser disco pero que no llegó a completarse y que vio la luz entre cacerolas, gritos desesperados de un pueblo cansado y un helicóptero que se elevaba desde el techo de la Casa Rosada llevando a un presidente anestesiado.
En 2003, salió a la luz “Compilady”, una selección de rarezas, versiones electrónicas de algunas canciones, remixes y temas nuevos que sus fanáticos atesoramos bajo siete llaves.
Aquel 2003 traería la trágica noticia del fallecimiento de María Gabriela.Pero no hay muerte temprana que pueda llevársela de nuestros oídos y corazones.